Montañas de            Colombia, Diciembre 8 de            2013
CESE            DE            FUEGOS Y HOSTILIDADES
        COMUNICADO DEL SECRETARIADO            NACIONAL
El 9 de diciembre de 1990 el          gobierno de César          Gaviria Trujillo desató una enorme operación militar contra el          campamento          principal del Secretariado Nacional de las FARC-EP en Casa          Verde. Una comisión          enviada por el Presidente había visitado nuestra comandancia          días atrás, con el          propósito de explorar la voluntad de paz de nuestra          organización, y expedido          posteriormente un comunicado público reconociendo nuestra entera          disposición al          diálogo.
El comienzo de la operación Casa          Verde coincidió          con las elecciones populares para miembros de la Asamblea          Constituyente,          saldando así la posibilidad de nuestra participación en ella,          pese a los          previos ofrecimientos oficiales de un par de curules. Con el          sorpresivo ataque,          que puso fin a los diálogos de paz iniciados siete años antes          con el Presidente          Betancur, se pretendió absurdamente nuestra aniquilación por la          fuerza, para          sumarla al exterminio ya iniciado contra la Unión Patriótica y          el conjunto del          movimiento popular en todo el país.
Veintitrés años después, con decenas          de miles de          muertos de por medio, amén de la infinitud de horrores que esta          confrontación          ha dejado a Colombia, la administración de Juan Manuel Santos          adelanta con          nosotros un proceso de conversaciones en busca de la paz.          Contrariamente a          nuestro anhelo de adelantar dichos diálogos sin los sobresaltos          de los          combates, el gobierno nacional sigue insistiendo en su fórmula          de negociar en          medio de la confrontación, para lo cual se rearma y aumenta el          pie de fuerza          sin reparar en costos.
Las que el Presidente Santos          denomina reglas del          juego significaron de entrada el asesinato del Comandante          Alfonso Cano, y han          implicado el refuerzo permanente y creciente de la actividad          militar del Estado          contra todas nuestras unidades. Soldados y policías derraman          también          innecesariamente su sangre, frente a una opinión nacional que          observa con          perplejidad el extraño cóctel de diálogos y muerte con el que el          gobierno          nacional concibe la reconciliación. La voluntad de paz no puede          nacer de la          soberbia militarista.
Mucho se habla y exige de gestos que          envíen señales          positivas al país y la comunidad internacional. Pero por toda          Colombia arrecian          las operaciones de exterminio por cuenta de las tropas          gubernamentales. Desde          Nariño y Cauca hasta Arauca y el Catatumbo, así como de la          Guajira al Putumayo,          los bombardeos, los ametrallamientos, los desembarcos y la          ocupación, con todas          sus secuelas de crímenes, aumentan y se agudizan con fanatismo          sanguinario,          poniendo de presente la voluntad real que anima al gobierno          nacional.
Al alzarnos sabíamos bien el          tratamiento que          recibiríamos del Estado terrorista colombiano. Por eso hemos          sobrevivido          durante medio siglo y nos sentimos en condiciones de resistir          otro tanto si          fuere necesario. Pero creemos con sinceridad que nuestra patria          no se merece          este desangre. Y es por eso que, así sea de manera unilateral,          procedemos a          ordenar a todas nuestras unidades guerrilleras y milicianas un          cese de fuegos y          hostilidades por 30 días a partir de las 00:00 horas del próximo          15 de          diciembre, correspondiendo así a un hondo clamor nacional.          Simultáneamente          ordenamos permanecer alerta ante cualquier operación enemiga, la          cual deberá          ser respondida sin dilación alguna. Aún abrigamos la esperanza          de que el          gobierno nacional corresponda a nuestro gesto ordenando un alto          en su ofensiva.
Los colombianos y el mundo han de          estar atentos a          la segura embestida difamatoria y propagandística que desde muy          altas esferas          del Estado y las fuerzas armadas se lanzará contra nosotros como          consecuencia          de esta declaratoria. Además de tener claro quiénes somos en          realidad quienes          le apostamos con honestidad a la paz en nuestro país, la opinión          nacional e          internacional podrá leer en las declaraciones oficiales y en las          operaciones          militares de provocación ordenadas desde el ministerio de          defensa, la verdadera          condición del régimen colombiano, una democracia falsa,          violenta, excluyente y          cínica.
No han cambiado mucho las cosas          desde los tiempos          de Gaviria. También él ensayó un proceso de paz con nosotros en          Caracas y          Tlaxcala, tras el cual declaró la guerra integral para acabarnos          en dieciocho          meses. Su gobierno inició la aplicación rigurosa de las          políticas neoliberales          que exigían la liquidación de la lucha popular en Colombia, las          mismas que hoy          profundiza al extremo y con igual violencia la llamada          Prosperidad para Todos.          Una oscura sombra asoma en el horizonte de la patria al confluir          estas dos          vertientes en las aspiraciones reeleccionistas.
SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR            CENTRAL DE LAS            FARC-EP

Comentarios