"¿Quién          vigila a          los propios vigilantes?"
Juvenal,          Sátiras,          Libro VI.
Una característica de los regímenes          neoliberales,          es la de conceder poderes casi omnímodos a una sola persona, lo          cual niega la          democracia. 
El Ministerio Público no había          registrado una          figura tan reaccionaria en representación de los intereses de la          sociedad          frente al Estado como la del señor Alejandro Ordoñez, actual          Procurador General          de la Nación, que contrario a sus funciones constitucionales, ha          montado una          suerte de tiranía de la inquisición.
El Procurador Ordóñez, con el correr          del tiempo, se          ha convertido en un intransigente Torquemada, perseguidor de los          derechos          ciudadanos y de las libertades políticas en Colombia.
¿Pero, cuál es la herejía que          rastrea y persigue          con inquina este Tomás de Torquemada surgido de la          antidemocracia?
La lucha por la paz, cualquier asomo          de pensamiento          que no comulgue con su evangelio retardatario y neoliberal, el          libre desarrollo          de la personalidad, o quien no coincida con sus prejuicios de          extrema derecha,          como la homofobia, y la herejía política de quienes se levanten          contra la          injusticia.
Conocido por su anticomunismo y su          intransigencia,          lo nombró la élite gobernante para que ayude a neutralizar          opositores          incómodos.
Fungiendo como un falso sacerdote de          la moral          pública, se opone al aborto, a los matrimonios entre parejas del          mismo sexo y a          todo lo que contravenga sus  caprichos, pero en cambio sí se          otorga así          mismo la facultad de enviar invitaciones personales a individuos          al margen de          la ley, como a la senadora Zucardi, acusada de tener vínculos          con          paramilitares, y a su esposo, Juan José García Romero, condenado          por el robo          descarado y continuado de dineros públicos. Es un procurador            corrupto          con aires mesiánicos.
Su nombre, es sinónimo del retorno a          la política de          pasillo, a la componenda y al conciliábulo, una costumbre          funesta que algunos          suponían erradicada hace años del escenario político colombiano.
Con Ordóñez se reanima la herencia          de Tradición,          Familia y Propiedad y de sus oscuros grupos de choque.  Desde          temprana          edad ha estado vinculado con la extrema derecha más cavernaria y          su nombre se          relaciona con la quema de libros, la censura de autores y          rituales sombríos.
La sola mención de este inquisidor          Procurador,          genera temor en todas las oficinas de las corporaciones          públicas. A pesar que          su designación fue producto de las recurrentes componendas          politiqueras que          caracterizan a los partidos, su poder sigue sin control y es          superior al de cualquiera          de los funcionarios de elección popular.
          Nadie ronda a este siniestro personaje; nadie tiene control          sobre sus          arbitrariedades.
Su elección y reelección, ambas          ilegítimas y          derivadas de sobornos y componendas de baja estofa, lo han          convertido en el depositario          de un poder ilimitado, que utiliza descaradamente contra sus          opositores.
¿Hasta cuándo tanto abuso, tanto          ejercicio de la          arbitrariedad cobijado por la corrupción y la impunidad? ¿Hasta          cuándo tanta          ojeriza y persecución contra personalidades democráticas como          Piedad Córdoba y          el Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro?
A la ex senadora Piedad Córdoba no          le perdona su          compromiso con la paz democrática, con los derechos humanos y          con el pueblo.
Para la mente reaccionaria de          Ordoñez es impensable          que una mujer, y además negra, se dedique a la defensa de las          comunidades y se          atreva a cuestionar al régimen.
Ahora la ha emprendido con el          alcalde Petro.
Con Gustavo Petro mantenemos          políticamente algunas          distancias. Pero a Petro, un alcalde independiente, no inscrito          en el          bipartidismo y elegido por voto popular, no le perdona Ordoñez          su compromiso          con la defensa de lo público, ni su visión incluyente de ciudad.          De ahí su          pretensión de destituirlo.
Decimos esto para llamar la atención          respecto a          que, en nada contribuye a la construcción de la democracia en          Colombia, la          permanencia de un sujeto como Ordóñez en un cargo, que, si por          algo ha de          velar, es por los derechos de la población en general.
Es mal precedente para la paz de          Colombia que con          el látigo de la inquisición se persiga, por un lado a una mujer          que          abiertamente está entregada a la reconciliación nacional, y por          otro lado, se          busque el derrumbe de una alcaldía, que no solamente fue elegida          democráticamente, sino que el establecimiento ha mostrado como          ejemplo de que          sí es posible hacer política sin armas.
La Delegación de Paz de las FARC-EP          rechaza esta          vulgar desfiguración del Ministerio Público. Es inadmisible, que          mediante el          abuso del poder, se destituya a funcionarios elegidos          popularmente y se mantenga          con ello, en contravía del interés nacional, un obstáculo a la          aspiración de          alcanzar una democracia plena.
La existencia de este tipo de poder,          es una afrenta          a la auténtica democracia y una negación categórica de los          derechos civiles y          políticos.
En un país como Colombia, que aspira          a la paz con          justicia social, a la soberanía, y al tránsito hacia una          democracia verdadera,          el Procurador tiene que ser un librepensador y no un inquisidor.
Colombia está en mora de someter          este tipo de          cargos, o los de control en general, al ejercicio de la elección          popular.

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