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Subject: Other News - La latinoamericanía de la Celac
   La latinoamericanía de la Celac
 Por Alfredo Serrano  Mancilla*
 No faltó (casi) nadie a La Habana para celebrar la II Cumbre de la  Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). El mundo, a través de  tres instituciones significativas, tampoco quiso perderse esta histórica cita:  Ban Ki-moon (Naciones Unidas), José Miguel Insulza (Organización de los Estados  Americanos, OEA) y Alicia Bárcenas (Comisión Económica para América latina).  Nadie puede negar este nuevo emergente espacio en América latina para América  latina desde América latina sólo liderado por latinoamericanos.
 Pocos se acordarán de la visita inesperada de Chávez a Cuba en 1994, meses  después de pasar por la cárcel por su levantamiento militar. Esa visita a Cuba  tuvo lugar después de que Chávez recorriera buena parte de la región sin pena ni  gloria (apenas recibido en la Argentina; paso fugaz por Uruguay y Chile; y sólo  bien acogido por un sector de la izquierda colombiana). Fidel, sorpresivamente,  fue a esperarlo al aeropuerto mostrando que ese nuevo líder no podía ser  desatendido. En esa conferencia, Chávez, a contracorriente de la utopía  neoliberal, sostuvo "la necesidad de la segunda independencia anclada en un  continente latinoamericano y caribeño, integrado en una sola nación". A esto  mismo se han referido Rafael Correa, Cristina Fernández, Evo Morales y Nicolás  Maduro veinte años después. América latina, con la Celac por bandera y no con la  OEA, está más desestadounizada que nunca. Este hecho es una condición necesaria  pero no suficiente para una descolonización integral.
 La cumbre de la Celac se realizó en medio de un cambio de época en el que  una fuerte corriente posneoliberal se impone en muchos países de la región.  Ahora bien, no existe construcción posneoliberal de América latina sólo con  proyectos nacionales emancipadores y soberanos. En esta fase acelerada de la  mundialización de la economía, en plena transición, la región necesita un  política supranacional nítida y determinante. La presión desde el Norte es  permanente, tal como se indica en el informe del Consejo Atlántico "El vínculo  trilateral: inspeccionando una nueva era para América latina, EE.UU. y Europa",  que apuesta a llevar a la región hacia el redil atlántico, tendiéndole la mano  con tratados de libre comercio y tratados bilaterales de inversión que perpetúen  un rol subordinado en el sistema productivo.
 Por ello, para salir de ese "abrazo del oso" venido desde el Norte, el Sur  exige una dinámica regional sin divisiones en asuntos estratégicos que  establezcan líneas rojas infranqueables. Pero no sólo se trata de poner límites  que eviten saqueos, sino que llega la hora de la década siguiente a la pasada  década ganada. Esta tarea no será fácil, y la Celac ha dado muestra de esta  preocupación. Se han trazado nuevos desafíos en busca de construir  definitivamente una región libre de pobreza. Este ha sido un eje fundamental en  esta cumbre, pero ¿cómo? Esta cuestión tampoco se ha descuidado en esta reunión.  La centralidad ha estado precisamente en la complementariedad productiva con el  objetivo de conformar círculos virtuosos endógenos que repartan equitativamente  el valor agregado. Las nuevas cadenas de valor han de ser regionales, pero no al  servicio de las translatinas. Otro aspecto de urgencia es ordenar más  eficazmente el exceso de procesos de integración en la región. No será fácil  establecer un gran paraguas continental que albergue a tantos intereses  contrapuestos. No será sencillo armonizar los retos que cada gobierno se ha  marcado sin que existan disputas. Pero hay algo que está muy claro y que sí  muestra madurez en este proyecto emancipador: la conciencia de que estas  disputas están y existen y hay que afrontarlas cuanto antes. Muchas cumbres han  muerto justamente por entender que cualquier disenso es un freno para construir,  lo que ha conllevado a innumerables cumbres que consensúan una suerte de  conjunto vacío. Así, la Celac, con Centroamérica más México, tiene una nueva  oportunidad para reconstruir el paso del huracán del Pacífico por Unasur, y  establecer mecanismos eficaces para tomar decisiones, para reaccionar  conjuntamente si vuelven a existir violaciones al derecho internacional (como  sucedió con Evo Morales en Europa) o si hay más espionaje venido del  Norte.
 La Celac se constituye así en la nueva superestructura que tiene el desafío  de aprender de los errores de integraciones fallidas –como la Unión Europea–, y  por el contrario, avanzar hacia un nuevo espacio regional que sea una zona de  paz, democracia y justicia social. Fidel Castro, hace dos décadas, en la  reunión-germen de esta nueva comunidad regional, habló de "latinoamericanía".  Esta es la gran conclusión de lo que ha sucedido estos días en la misma La  Habana donde Chávez, en aquel encuentro con el líder cubano, se había  esperanzado: "Algún día esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los  brazos y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario  latinoamericano en la idea de un nuevo continente integrado".
 *Doctor en Economía, Celac.  En sección opinión de  www.pagina12.com.ar
 
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