|   Las Abuelas, a través de Estela de Carlotto, le pidieron a  Francisco que contribuya a la recuperación de los nietos desaparecidos abriendo  aquellos archivos del Vaticano y de la Iglesia en Argentina que puedan aportar  datos en ese sentido y para el esclarecimiento de las desapariciones forzadas.  El Papa dijo "cuenten conmigo; estoy a disposición de ustedes". El intercambio,  escueto, sencillo, en el marco de la audiencia general de los miércoles en Roma,  estuvo acompañado de la carta circunstanciada que las Abuelas entregaron a  Francisco y que seguramente merecerá, en días más, una contestación formal de la  Santa Sede. Quizás en esa respuesta pueda valorarse en mejor medida cuál es la  disposición de la Iglesia, ahora en su máximo nivel institucional, para  contribuir de manera decidida al esclarecimiento de los trágicos hechos que  ocurrieron en la Argentina durante la dictadura militar. Si efectivamente lo  pedido se concreta, lo que se haga no servirá -sin duda- para borrar las  complicidades institucionales ya demostradas entre la jerarquía de la Iglesia  Católica (la local y la vaticana) y los personeros de la dictadura, pero estará  indicando que existe un cambio de rumbo, una modificación en la actitud de la  jerarquía eclesiástica sobre el tema.     El ánimo que reinaba ayer en la delegación de Abuelas en Roma era de moderado  optimismo. Creen que se abrió una puerta que puede ayudar al esclarecimiento de  algunos hechos y, quizás, a recuperar la identidad que aún permanece oculta de  hijos de desaparecidos. Estela de Carlotto, que a poco de asumir Bergoglio como  papa planteó -a la luz de los antecedentes- su escepticismo acerca de la  posibilidad de la predisposición eclesiástica, ahora mira, también ella, el  futuro con mayor optimismo.     La carta de Abuelas hace pedidos muy concretos y se  basa en información cierta acerca de la existencia de información que obra en  manos de la jerarquía eclesiástica y que nunca fue entregada a la Justicia. Pero  aún más allá de eso, lo que se reclama es una actitud pastoral por la cual el  Papa invite a los obispos argentinos y a los fieles católicos a aportar todos  los datos que puedan obrar en su poder. Y lo hacen argumentando que "es un deber  cristiano brindar información sobre el destino de los niños desaparecidos en  Argentina". Se paran en el terreno propio de la Iglesia para ejercer su  demanda.     Francisco se ha instalado en el papado generando gestos que intentan  modificar por lo menos una parte de las prácticas y también de la imagen de la  Iglesia Católica. En lo que va del pontificado algunos de esos gestos han  comenzado también a traducirse en hechos. Los primeros han sido de orden  intraeclesial. Ensayar una forma nueva de colegialidad en el gobierno de la  Iglesia nombrando una comisión internacional de cardenales; pronunciarse  claramente en contra de los pedófilos y de quienes los protegen. Han sido pasos  en el sentido de acompañar con hechos los gestos y el discurso. A lo ya señalado  hay que sumar también que hace apenas unos días, Francisco, personalmente,  decidió que se siga adelante con la causa de canonización (proceso hacia la  santificación) del obispo mártir salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado por  el ejército en El Salvador el 24 de marzo de 1980. El proceso había estado  trabado hasta ahora y por más de veinte años por decisión directa de Juan Pablo  II y Benedicto XVI. Romero era un obispo considerado por muchos como demasiado  cercano a la "teología de la liberación" y por lo tanto su eventual canonización  podría, según los más conservadores, ser un "mal signo" para la Iglesia.     Hasta el momento nada está dicho acerca de la actitud que Francisco tomará  respecto del pedido muy concreto que le formularon las Abuelas. Existió el  gesto. En primer lugar de aceptar rápidamente recibir a la delegación a partir  del pedido hecho mediante los buenos oficios del embajador argentino ante la  Santa Sede, Juan Pablo Cafiero. Bergoglio no es un improvisado en la política de  los gestos. Por eso es importante advertir que dio prioridad a la delegación  argentina, que haya demostrado la mayor cordialidad con las Abuelas y que buscó  incluso "complicidades" en el breve diálogo aludiendo a encuentros anteriores y  reconociendo personalmente a cada uno de los visitantes. También a Juan  Cabandié. Los gestos son mensajes. Importantes en sí mismos, aunque requieren  siempre la posterior confirmación y ratificación en los hechos. Ayer se abrió  una nueva puerta para el esclarecimiento de los crímenes del terrorismo de  Estado en la Argentina. La Iglesia, ahora a través de su máxima autoridad  universal, tiene la posibilidad de producir acciones que muestren su compromiso  con los derechos humanos, la justicia y la democracia. Francisco, que es un  hombre futbolero, sabe que la pelota está de su lado. Sólo cabe esperar.|Jueves, 25 de abril de 2013   | 
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